Buen día éter. Hace ya casi cinco horas que llevo despierta y no logro hacer que mi cerebro arranque. Tomé café, no alcanzó. Tomé aspirinas, tampoco. Trasplanté el jazmín, lavé los platos, me saqué el esmalte de las uñas, lavé todos los cacharros gatunos...
¿Cuál es el punto de contarles todo esto? Ninguno, já. No, mentira. Hay que ponerle un poco de humor al sábado gris y al amarillo endometriósico (?) Amarillo, marzo, mes de la concientización de la bla bla bla. A veces me satura saber que voy a vivir enferma toda la vida. Y hago las cosas muy pero muy mal. Tomo mucho café, fumo, como poco, el único deporte que hago es caminar (cuando las piernas, es decir, la pierna derecha, me lo permiten) y tratar de ponerme una especie de disfraz de súper heroína para poder hacer las cosas que debo, que quiero, que tengo que hacer.
Estudié historia. Hace muchos más años de los que quiero afrontar (empecé la carrera a los 18 y tengo 39). Me recibí, decidí que tenía que complementar mi saber haciendo las materias pedagógicas, lo hice. Un día fui a la Universidad de San Martín y me anoté para hacer la Maestría en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano, y estoy en la lucha del trabajo último y la tesis. Pero no tengo ganas, o fuerza, o concentración.
El año pasado fue muy complicado para mí. Estaba peleada con la vida; y por ende, con el mundo (que se traduce en discutir constantemente con mi novio -y discusiones, peleas, mejor dicho- muuuuuy heavys). La frustración de quedarme sin trabajo (dar clases de Historia del Arte es una de las cosas que más felices me hacían y lo perdí), perdí muchas cosas en 4 ó 5 años. Y tomé una decisión estúpida y extremadamente egoísta. Intenté suicidarme. Fue el 16 de mayo del año 2017; y todo intento de suicidio, por si no lo saben, conlleva a una internación psiquiátrica. Luego de eso mi salud física entró en picada. Comencé cada vez más a tener dolor, a dar vueltas tratando de encontrar algo que me hiciera bien, tratando de encontrar un ginecólogo que no sea un pelotudo -como el presidente de la Sociedad Argentina de Endometriosis- (al que terminé elevándole una queja a OSDE, mi plan de medicina privada), yendo al psiquiatra (y ahora recuerdo que tengo que reprogramar la cita, porque no pude asistir la semana pasada), tomando dieciocho mil quinientas pastillas (para el dolor, las psiquiátricas, las de la bariátrica, etc.) e intentando, de a poco, volver a tomar las riendas de mi vida. Pero me siento extenuada. No me sentía así desde que tuve Mononucleosis (sí, soy la mujer de las mil enfermedades -y todavía siento la inclinación a decir o escribir "chica"-, pero con casi 40 pirulos es un tanto ridículo).
El blog me ayuda a ordenar mi cabeza, aunque nadie lo lea, aunque tenga sólo un seguidor, aunque sienta que sería casi lo mismo si en lugar de escribir esto le hablara a mis gatos. ¡Por favor! Si alguien me lee, díganmelo, síganme (parezco Menem). Dejo de divagar por un rato y voy a sacar adelante esta mañana de sábado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario